«RECLAMO DIPLOMÁTICO» Antártica 1953

«RECLAMO DIPLOMÁTICO»

Enero de 1953, Antártica chilena.

Historia recopilada por el Suboficial Mayor Naval (R) Carlos Saldivia

El patrullero “Lientur” acoderado a tierra en isla Decepción frente a la base inglesa, cumplía una de sus faenas de rutina haciendo aguada de los pozos existentes en la isla.

En tierra sólo se oía el gemir angustioso de unos diez perros de la más fina y seleccionada raza. El gobierno de su Majestad Británica pretendía formar ahí el mejor criadero de perros antárticos.

Estaban amarrados con cadenillas a un cable de acero de 2 pulgadas, ambos extremos anclados, con los animales separados unos 10 metros entre sí. En el punto central, una perra en celo no disimulaba su ansiedad.

¡Imagínese el estruendo que había, cinco perros por banda, convergiendo hacia el centro con las cadenas tirantes como cuerdas de violín!

A bordo del “Lientur”, también había un perro que precisamente se llamaba “Lientur”, aunque también de raza antártica, pero no tan fino, estaba muy inquieto ante el llamado insistente de la perra.

Ese día, el tiempo atmosférico era bueno, y la dotación del “Lientur” se acostó temprano.

Al día siguiente, poco después de las ocho de la mañana, el cabo de guardia le informó al oficial de guardia que el jefe de la base inglesa venía a bordo. El oficial chileno, recibió al oficial inglés, quien sin rodeos, en el más estricto y firme tono protocolar le manifestó más o menos lo siguiente:

“Captain, en cumplimiento de mi deber tengo que hacer un serio reclamo diplomático, que agradeceré transmitir a su Gobierno. Su perro anoche bajó a tierra y aprovechando que los nuestros están amarrados, hizo uso de la perra más fina que tenemos y que era de la base para la crianza de perros finos antárticos. Deberá informar a Londres”.

Situación difícil para el teniente chileno, quien hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para permanecer impávido. De nada valieron sus argumentos insinuando un posterior cruce de la perra con sus congéneres de fina raza con lo que se cumpliría el objetivo. Era imposible, nada devolvería aquello a la perrita.

Con toda serenidad, el oficial chileno, dio las excusas de rigor, agregando que daría inmediato curso al reclamo y se comprometió a amarrar al “Lientur” en la forma más segura para que el evento no volviera a repetirse. Así se hizo y el “Lientur” cumplió condena de amarre. Durante todo el día la tripulación se acercó a consolar al pobre reo, que gemía desconsoladamente porque continuaba oyendo el llamado de su flamante amiga.

La nueva jornada transcurrió sin novedad. Los comentarios de Cámara alrededor del tema fueron sabrosos y les ayudaron a alegrar la monotonía de la faena de aguada. Obviamente la tripulación del “Lientur” no bajó a tierra.

La tranquilidad duró hasta el amanecer. El oficial de guardia golpeó la puerta del camarote del comandante del “Lientur”, y aparentemente asustado (aunque tal vez con una socarrona sonrisa) le informó:

“Mi comandante, el “Lientur” cortó el cabo con que estaba amarrado y a juzgar por el escándalo que se oye en tierra, repitió el ejercicio”.

El comandante solamente expresó “Pero, cómo es posible” (tal vez en su fuero interno se podría decir que se alegró; total, el “Lientur” era el único de a bordo que había logrado echar una cana al aire en la Antártica).

El comandante le ordenó al oficial de guardia: “Toque día general, avisé al 2° comandante, recoger las mangueras, toque repetido, el “Lientur” a bordo, ¡ZARPE!

El PP-60 “Lientur”, fue un patrullero de la Armada de Chile, adquirido al Gobierno de los Estados Unidos en 1947. Fue construido durante la Segunda Guerra Mundial para remolcar buques averiados desde las áreas de combate hasta lugares seguros para su reparación. En la Armada de Chile prestó valiosos servicios durante 37 años.

Fuentes consultadas:
1. “Caleuche” Barco del Recuerdo: “Reclamo Diplomático”, por Luis Mansilla Y.
2. Repositorio Digital del Museo Marítimo Nacional.

Atte.
Carlos Saldivia Rojas
Suboficial Mayor Naval (R)

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