MI NOMBRE NO IMPORTA…SÓLO RECUERDE QUE LO SALVO UN INFANTE DE MARINA.
Historia recopilada por Carlos Saldivia Rojas Suboficial Mayor Naval (R) y contada por su protagonista Sargento (IM) Reinaldo Orellana Carrasco
El terremoto del 2010 (conocido con el numerónimo 27F) fue un sismo ocurrido a las 03.34.08 horas del sábado 27 de febrero de 2010, que alcanzó una magnitud de 8,8 MW. Es considerado como el segundo más fuerte en la historia del país y el octavo más fuerte registrado por la humanidad.
El epicentro se ubicó en el mar chileno, frente a la costa de la entonces Región del Biobío (actual Región de Ñuble), cerca de 150 kilómetros al noroeste de Concepción y 63 kilómetros al suroeste de Cauquenes, a una profundidad de 30,1 kilómetros bajo la corteza terrestre.
El sismo tuvo una duración máxima de 4 minutos en las zonas cercanas al epicentro, y más de 2 minutos en Santiago.
Las regiones afectadas (de norte a sur) fueron Valparaíso, Metropolitana de Santiago, O’Higgins, Maule, Biobío y La Araucanía, que acumulan más de 13 millones de habitantes, cerca del 80 % de la población del país.
En las Fuerzas Armadas en general, y en especial en la Armada de Chile, ante hechos de esta naturaleza, el personal sabe que debe agotar los medios para concurrir a su Unidad o Repartición, de modo de estar disponible para cooperar en todo lo que sea requerido por el Gobierno a través del Ministerio de Defensa.
Esa doctrina la tenía muy clara el el Soldado 1° IM (Inf.) Reinaldo Orellana Carrasco, así narra su historia:
“El día en que ocurrió el terremoto me encontraba en mi casa en la ciudad de Lirquen, una vez que dejé a mi familia segura, arreglé mi mochila y salí a tomar locomoción para presentarme en mi unidad, esto es alrededor de las 05.00 horas.
Tomé tres vehículos distintos para intentar llegar a la Base Naval de Talcahuano, pero éstos sólo me acercaron a la Interportuaria al enlace Rocuant, en donde el ´último vehículo que me trajo era conducido por don Javier Villegas, quien viajaba acompañado por su tío, una persona de aproximadamente unos 60 años, esto es a las 05.30 horas.
Ellos venían de una celebración e iban de regreso a sus domicilios para saber de sus familias. Estaba totalmente oscuro y veníamos conversando sobre sí se iba a salir el mar.
Aproximadamente a las 05.40 horas, entre el enlace Rocuant y el peaje de Talcahuano, en la carretera Interportuaria, vino una ola que traspasó el automóvil sacándonos del camino, comenzando a arrastrar a éste, por lo que yo abrí rápidamente la ventana y me subí al techo quedando de cúbito abdominal comenzando a gritarle al chofer que se sacara el cinturón de seguridad, tomándolo de los brazos y logrando subirlo al techo. Luego, tratamos de sacar al tío, pero éste no se podía soltar el cinturón de seguridad, abrió su ventana y luego le ayudé a abrir la puerta del copiloto, logrando salir aferrándose al costado del vehículo, en ese momento lo tomé de las manos, tratando de subirlo por el lado del maletero.
El tío no quería soltar su bastón, lo que dificultaba aún más poder subirlo, de pronto se soltó de mi mano y no pude tomarle la otra y se me perdió rápidamente de vista, así que no pude tirarme a rescatarle.
En ese momento miré a mi derecha y vi unos árboles que se encontraban en lo alto, y le dije que fuéramos a ese lugar para salir del agua, comenzando a nadar, pero el Señor Villegas se comenzó a quedar atrás, así que me devolví para ayudarlos a nadar tomándolo de un brazo.
Una vez que llegamos al lugar, comenzamos a caminar y pasó una camioneta Chevrolet de color plomo y le dijimos lo que había sucedido, y nos subimos en la parte de atrás. A la vez, comenzamos a avisarle a los demás vehículos que no avanzaran ya que se había salido el mar.
Aproximadamente a un kilómetro del enlace Rocuant, comencé a escuchar unos gritos pidiendo ayuda, así que le hablé con los choferes y le pedí que alumbraran con sus vehículos hacia el lugar en que se oían los gritos de auxilio, me conseguí una cuerda y un alicate para cortar alambre del cerco de la carretera, con el objeto de poder pasar a sacar a los dos jóvenes que necesitaban ayuda, quienes venían entre nadando y caminando hacia el sector de la carretera, amarrándome a un extremo de la cuerda a mi cintura y el otro a un auto, bajando hacia ellos, a los que llegué también entre nadando y caminando, tomándolos a uno de la cintura y al otro del brazo, llevándolos a la carretera.
Luego, todos volvimos abordar la camioneta Chevrolet, saliendo en caravana junto a los demás vehículos hacia la altura del peaje de Penco. Ahí se me acercó una niña con su mamá y me preguntaron que me había pasado que estaba tan mojado, y les conté que se había salido el mar.
Desde ahí, comencé a desviar los vehículos hacia el peaje de Agua Amarilla; y además, puse palos y bloques en la carretera para evitar el paso de otros vehículos.
El Señor Villegas me preguntó mi nombre a lo que yo respondí que no interesaba, pero que recordara que un Infante de Marina le había salvado la vida.
Luego, un vehículo me llevó hasta Penco, una vez allá me encontré con una amiga que me facilitó un poleron de su papá, esto fue a las 09.00 horas, enterándome que el nivel del mar había vuelto a subir. Ahí vi pasar una patrulla de Carabineros a quienes les informé lo que estaba pasando, pero no quedé conforme, así que decidí ir a la Tenencia de Carabineros del sector y contarles lo que estaba ocurriendo para que enviaran un vehículo y bloquearan la carretera.
En ese trayecto; divisé a un furgón, en cuyo interior había seis o siete personas, que estaba siendo arrastrado por la crecida del mar y no podían salir; a medida que me acercaba para prestarle ayuda, había estacionada en la berma de la calle una retroexcavadora que tenía sus llaves puesta, la puse en marcha y me dirigí al lugar donde estaba el furgón, al que empujé con la máquina y así pudieron salir a un lugar seco. Estacioné a la retroexcavadora en la berma de la calle y proseguí mi camino a Lirquen a bordo de un bus que me acercó.
Al llegar, pasé a la Capitanía de Puerto de Lirquen para avisar lo que me había tocado vivir, pero ya no existía el edificio de la Capitanía, solamente encontré un Cabo 2° junto a un Marinero del Servicio Militar. El Cabo me solicitó que lo acompañará, pero le respondí que no, ya que tenía que regresar a mi repartición.
Proseguí mi camino a casa de mis padres en Lirquen, me duché y alrededor de las 12.00 horas, volví a salir con destino nuevamente a mi repartición, llegando a las 17.00 horas al Destacamento de Infantería de Marina.
En mi repartición, les conté a mis sargentos y a mi oficial de división lo que me había tocado vivir durante la madrugada y parte del día 27 de febrero. Me cambié ropa y me designaron para salir a patrullar en Talcahuano junto a mis compañeros
Después me enteré que el Señor Villegas había contado lo que había sucedido a la radio Bio Bio, y que se quería comunicar conmigo. Mi Comandante de Compañía, se enteró de que un Infante de Marina había ayudado a unas personas, así que quiso saber de quien se trataba, y al realizar quién fue el Infante de Marina que realizó esta noble acción, no me quedó otra opción que contar lo sucedido”.
Fin del relato del Soldado Orellana.
Posteriormente se ordenó realizar una Investigación Sumaria Administrativa, con el propósito de resolver si el Soldado 1° IM (Inf.) Reinaldo Orellana Carrasco, era merecedor a la Medalla “Al Valor”, por haber rescatado, en forma voluntaria y espontánea, a tres personas, todos ocupantes de vehículos que en ese momento eran arrastrados por las aguas, producto del maremoto que alcanzó el sector entre Rocuant y el peaje de Talcahuano, en la carretera interportuaria, el 27 de febrero de 2010, poniendo en evidente riesgo su propia vida, demostrando con ello sentimientos de honor, carácter y arrojo en tiempo de paz.
La Investigación Sumaria Administrativa resolvió otorgar al Soldado Orellana, la Condecoración “Al Valor”, la que fue impuesta por el Presidente de la República en la plaza Sotomayor en Valparaíso, el 21 de mayo de 2010.
6 comentarios
Tremenda historia que muestra la integridad de nuestros hombres y mujeres de la Armada de Chile, y en ésta, la de nuestros Infantes de Marina. Felicitaciones al entonces Soldado Orellana.
Bravo Zulú!! Digno y claro ejemplo de lo que son nuestros Infantes de Marina. Siempre fieles!!👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
No podría ser menos!! Bravo y fiel Infante de Marina
Digno servidor de su país
Muchas gracias mi Suboficial Mayor, por escribir tremendo relato, recordar y reconocer momentos inolvidables de una historia de servicio a la patria, dar la vida por el prójimo, agradecer en esta oportunidad a todos los hombres y mujeres que cumplen con su deber.
Soldado del Mar, Reinaldo Orellana Carrasco, gracias por tu valentía, ser un ejemplo a seguir y formar parte de los héroes de La Paz, que Dios te bendiga.
Gran relato. Muchas gracias por compartir.
Hermosa e increíble historia la del entonces soldado Orellana, aún recuerdo cuando se le impuso su medalla Al Valor, en la Armada hay y habrá muchos como el , que sin fijarse en su riesgo ayudan al que está necesitado