Aeroevacuación desde Pesquero de Alta Mar “Tridente”

 



Aeroevacuación desde Pesquero de Alta Mar “Tridente”.

Historia relatada por el Cabo 1° (Mc.Av.Hel.) Carlos David Romero Moraga

El 26 de junio de 1995, aproximadamente al mediodía, a, la Comandancia de la Aviación Naval recibió una llamada de la Gobernación Marítima de Valparaíso, solicitando un helicóptero para efectuar una Aeroevacuación desde el pesquero de alta mar “Tridente”, que navegaba a 66 millas de Valparaíso, dando cuenta que uno de sus tripulantes sufría en esos momentos un hemorragia, producto de una úlcera duodenal, por lo que corría peligro de muerte en caso de no ser traslado rápidamente a un centro asistencial.

A continuación, el relato de esta vivencia por parte del Capitán de Aeronave en ese rescate, Cabo 1° (Mc.Av.Hel.) Carlos David Romero Moraga:

«A medio día el Teniente 1° Manuel Silva me ordena preparar la aeronave para una aeroevacuación en alta mar, eso significaba modificar la versión de transporte a rescate, o sea, retirar las asientos de pasajeros e instalar la grúa de rescate, más camilla, 2 arnés de izaje, y 3 chalecos salvavidas».

«Con todo en condiciones y planificado el tiempo que estaríamos en vuelo se carga el combustible suficiente para efectuar el rescate considerando el peso de la dotación más el médico y paramédico que nos esperaban en el hospital Gustavo Fricke».

«Viendo las malas condiciones meteorológica, lo que generaba un riesgo adicional pasar al hospital Gustavo Fricke en busca de aprovechar mejor los tiempos, se define que el médico y paramédico los embarcaríamos en el muelle Barón en Valparaíso».

«Con la llovizna que no cesaba y la poca visibilidad despegamos del muelle rumbo Weste en busca del contacto con las coordenadas ingresadas en el GPS de acuerdo a la información entregada por la gobernación marítima de Valparaíso».

«Cuando tomamos contacto visual con el pesquero, se podía ver claramente que el rescate no sería nada de fácil. El cabeceo del barco producto de las olas no dejaba acercarse demasiado, la superestructura irregular de la cubierta además las antenas y los pescantes propios de un barco pesquero dificultaban aún más la aproximación de la aeronave».

«Se coordinó que el barco se aproara al viento para que el helo se pudiese aproximar y mantener un vuelo estacionario al costado derecho de éste. El comandante de aeronave, T1° Juan Carlos Pons Jara, decidió que bajara al médico a evaluar el estado del enfermo. Para lograr dicha maniobra se le puso al doctor un arnés de seguridad y luego quedamos en espera de la mejor condición para proceder a bajarlo con la grúa».

«Yo como operador de la grúa estaba asegurado con un arnés de vida hecho firme a un cáncamo anclado al piso de la aeronave, y contaba con comunicación directa con el piloto y copiloto».

«Con la puerta abierta y monitoreando los movimientos de las olas se informó al capitán del barco que el médico seria arriado para que lo recibieran en la popa del barco. Con una maniobra muy arriesgada y bajando al doctor unos 40 metros y en ocasiones subiendo el Winche para evitar que se enredara en las antenas del barco producto de los movimientos generados por el oleaje como del helicóptero producto del viento, se logró llegar con el médico a la cubierta».

«Luego se decidió repetir la maniobra para bajar al paramédico, sorteando los mismos riesgos, incluso casi chocando el casco del barco con el cuerpo del paramédico. Los minutos pasaban y las condiciones climáticas empeoraban cada vez más, haciendo más difícil las maniobras de vuelo. Evaluada la situación del paciente mientras nosotros nos alejábamos para disminuir el riesgo que significaba volar a baja altura y cerca del barco. Se define que el paciente debía ser evacuado lo más pronto posible, sino se moría ya que el barco tenía como punto destino Coquimbo y eso significaba muchas horas más de navegación».

«Como era tan arriesgado cada movimiento que se realizaba, se decidió que se ocuparía una camilla que proporcionaría el barco para no bajar la camilla con que contaba la aeronave, así disminuir los riesgos y además asegurar el ahorro de combustible para el regreso a tierra».

«El piloto decide primero subir al médico para que monitoreara al paciente durante el vuelo, mientras tanto el paramédico efectuaría el enganche de la camilla con el enfermo desde la cubierta de popa del barco y por último se izaría al paramédico. Definido la forma de proceder, nuevamente se bajó el winche».

«Se izó al médico con mucha dificultad teniendo comunicación entre piloto, copiloto y yo como operador de Winche, cualquier error nos costaría la vida con el riesgo permanente de caer sobre el barco. Una vez el médico dentro del helicóptero nos alejamos en un sobrevuelo alrededor del barco para efectuar un reconocimiento de las condiciones de la cubierta y a su vez dar las últimas instrucciones al paramédico de la manera como tenía que enganchar la camilla a la grúa de rescate».

«Con la adrenalina a full se inicia la aproximación al barco y a su vez se da comienzo al descenso del cable de la grúa. Se engancha la camilla y con un ascenso rápido tanto del helicóptero como también con una operación oportuna de izado del cable de la grúa, nos alejamos de la cubierta del barco y se continuó izando al enfermo. Los tirantes que poseía la camilla eran muy largos, al llegar el cable de izaje a su tope superior de la grúa, la camilla con el paciente queda a una altura de aproximadamente un metro por debajo del piso de la aeronave. Sin pensarlo dos veces, bajé al esquí de aterrizaje y con una mano afirmado a la estructura de la aeronave y con la otra tomé la camilla y la levante lo suficiente para que quedara a la altura del piso de manera que el médico me ayudara a introducirla dentro de la aeronave».

«¿Cómo logré levantar con una mano a una persona?, no lo sé, pero lo hice y gracias a esa fuerza sobrenatural que aparece cuando uno se encuentra en situaciones extremas, permitió que esa persona pudiese ser llevada a una asistencia pública para su atención».

«El paramédico tuvo que seguir navegando hasta Coquimbo, pues ya con el paciente y el médico a bordo se dificultaba aún más la maniobra de izado, por lo que el Comandante de la Aeronave decidió el regreso inmediato a Valparaíso dejando al doctor y paciente en una ambulancia que esperaba en el muelle Barón para llevar a ambos al Hospital Gustavo Fricke».

REFLEXIÓN:

«En mi pasar por este Escuadrón, fueron muchos los rescates y las vidas que salvamos. Solo queda agradecer a Dios por la oportunidad que me dio de ser Capitán de Aeronave y aportar un granito en esta labor de salvaguardar la vida en el Mar».

Dotación del helicóptero BO-105, Naval 46:

– Teniente 1° Juan Carlos Pons Jara, Piloto

– Teniente 1° Manuel Silva Teran, Copiloto

– Cabo 1° (Mc.Av.Hel.) Carlos David Romero Moraga, Capitán de Aeronave.

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